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En «Los que aman, odian», Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo nos presentan una novela policial de tono británico con enredos sentimentales, pistas falsas y un final sorprendente, aunque no logra escapar de algunos clichés del género. A pesar de esto, la ambientación, los personajes y el exquisito lenguaje hacen que la obra entretenga y divierta.
En cuanto a los autores, los seguidores de la obra de Ocampo y Bioy podrán reconocer en «Los que aman, odian» elementos propios de sus respectivas escrituras. Por ejemplo, el personaje del niño Miguel podría encajar perfectamente en un relato de Ocampo, y ciertas imágenes provocadas por una tormenta de arena podrían ser encontradas en algún texto de Bioy. Sin embargo, quizás esta expectativa de encontrar lo característico de cada autor sea parte del problema, ya que esta novela no necesariamente cumple con esas expectativas. A pesar de ello, «Los que aman, odian» logra entretener y divertir, cumpliendo su objetivo principal.
Una de las principales virtudes de «Los que aman, odian» es su ambientación, que sitúa a los personajes en un caserón que evoca la sensación de estar atrapado en un barco varado en medio de la arena o en un submarino hundido. Esto contribuye a generar una atmósfera claustrofóbica que añade profundidad a la historia. Además, los seguidores de los estilos de Ocampo y Bioy encontrarán en esta novela elementos característicos de su obra, como el niño Miguel y ciertas imágenes surrealistas. Sin embargo, el hecho de esperar de este libro algo que en realidad no es puede ser parte del problema.
En pocas palabras….
«Los que aman, odian» es una novela policial que, a pesar de sus clichés del género y un final un tanto abrupto, posee varias virtudes que hacen que merezca la pena leerla. En primer lugar, la ambientación en un caserón cerrado y claustrofóbico crea una atmósfera intrigante. En segundo lugar, los autores se centran en los personajes más que en la acción, lo que les da profundidad y complejidad. Además, el lenguaje exquisito empleado por Ocampo y Bioy es un deleite para los amantes de la buena escritura. Pero lo más importante es que la novela entretiene y divierte, cumpliendo su objetivo principal. No es una obra maestra, pero es un libro disfrutable que vale la pena leer.
Una de las principales razones por las que «Los que aman, odian» no merece la pena leerlo es debido a que no logra escapar de algunos de los clichés del género policial. Aunque intenta ser paródico y divertido, la trama sigue una fórmula predecible y no ofrece giros sorprendentes. Además, su final abrupto desentona con el resto de la narración, dejando una sensación de insatisfacción al terminar el libro.
11 Comentarios
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No entiendo la obsesión con este libro. ¿Por qué tanto amor u odio? 🤔
Cada quien tiene sus gustos y opiniones, amigo. Algunos simplemente no pueden resistirse a la magia y el encanto de este libro, mientras que otros simplemente no lo entienden. Al final, es solo una cuestión de perspectiva. ¡Viva la diversidad de opiniones! 📚❤️
No entiendo la obsesión con esta novela. ¡Hay otros libros más interesantes por ahí!
Pues cada quien tiene sus gustos, ¿no crees? A mí me encanta esta novela y no veo qué tiene de malo. Pero bueno, hay libros para todos los gustos. ¿Cuál recomendarías tú?
Este libro me recordó a mi tía abuela Margarita, siempre odiando y amando al mismo tiempo.
¡Me parece que el libro es una pérdida de tiempo! ¿Alguien más piensa lo mismo?
¡Vaya, lamento que pienses así! Aunque todos tenemos gustos diferentes, creo que el libro tiene su valor. A veces es cuestión de encontrar la conexión adecuada. ¡No te rindas, sigue explorando, podrías sorprenderte!
Este libro me recordó a una telenovela barata, ¡pero sin el drama emocionante! ¡Paso!
¡Vaya, qué lástima que no hayas disfrutado del libro! A mí, por el contrario, me pareció una historia apasionante y llena de giros inesperados. Para gustos, colores, ¿no? Cada quien tiene sus preferencias, pero a mí me encantó. ¡Saludos!
¡Menuda obra! Me encanta cómo Ocampo y Bioy Casares juegan con nuestras emociones.
Nunca me convenció Bioy, tampoco dejó de hacerlo.