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En «Los de mi calle» de Ondjaki, el autor nos transporta a su infancia en Luanda, Angola, a través de pequeños relatos llenos de inocencia y luminosidad, compartiendo episodios familiares y de juegos, pero se queda un punto por debajo de otras obras similares al no ofrecer una evolución o desarrollo de personajes y conflictos.
En esta obra, Ondjaki recrea episodios de su infancia en Luanda, una ciudad post-independencia de Angola. A través de pequeños relatos de dos o tres páginas, el autor nos muestra su familia y sus compañeros de juegos. Nos cuenta recuerdos de la escuela, su experiencia con la primera televisión en colores, sus visitas al cine o su primer beso. El comienzo del libro es deslumbrante, con un lenguaje sencillo que transmite la perspectiva infantil y algunas expresiones características del portugués de Angola. El narrador nos sumerge en su mundo con una inocencia y una luminosidad cautivadoras.
No obstante, lo que hace que este libro se quede por debajo de los otros dos mencionados es su falta de evolución. A diferencia de «Miguel Street», en «Los de mi calle» los personajes y los conflictos no se desarrollan. Los relatos están presentados en el orden en que están, pero podrían haber estado en cualquier otro orden sin problemática. El tono nostálgico y a veces idealizante se mantiene constante a lo largo de todo el libro, lo que puede resultar algo empalagoso. El lector espera que haya algún cambio o evolución en el tono o el contenido, pero esto no sucede. El libro continúa sin desarrollar una historia que nos atrape, como sucede en «Mi planta de naranja lima».
Sin embargo, su falta de evolución y su tono constante hacen que quede un poco por debajo de otros libros similares. Aunque disfrutemos de sus memorias infantiles, nos queda la sensación de que podría haber llegado a ser algo más.
Ondjaki recrea en esta obra, a través de pequeños relatos, episodios de su infancia en Luanda. La narrativa es deslumbrante, con un lenguaje sencillo y expresiones características del portugués de Angola. El autor logra transportarnos a su mundo, visto con una inocencia y luminosidad cautivadoras. Aunque los años 80 fueran convulsos en Angola, el niño Ndalu no percibía estas situaciones de forma problemática, viviendo en un mundo aparentemente libre de conflictos mayores.
Sin embargo, lo que hace que este libro quede por debajo de los otros dos mencionados es su falta de evolución y su estatismo. A diferencia de «Miguel Street» y «Mi planta de naranja lima», los personajes y los conflictos no evolucionan a lo largo de la obra. Los relatos podrían haber estado en cualquier otro orden y poco habría cambiado. El tono saudosista y algo idealizado se mantiene constante a lo largo del libro, llegando a ser un poco empalagoso. Uno espera que el tono o el contenido cambie, que se desarrolle una historia que nos atrape, pero eso no sucede. Al final, se tiene la sensación de haber disfrutado de un bonito volumen de memorias infantiles, pero quizás podría haber sido algo más.
En pocas palabras….
Lo que hace que «Los de mi calle» sea un libro que merece la pena leer es su capacidad para transportarnos a la infancia del autor en Luanda de una manera cautivadora. A través de pequeños relatos, Ondjaki nos sumerge en su mundo, visto desde la inocencia y la luminosidad propias de la perspectiva infantil. El lenguaje sencillo y las expresiones características del portugués de Angola nos sumergen aún más en su realidad. Aunque el trasfondo histórico de Angola en los años 80 sea convulso, el niño Ndalu percibe todo desde una distancia y no le da importancia, centrándose en los pequeños conflictos de su día a día. La falta de evolución y la constancia del tono saudosista a lo largo del libro pueden resultar un poco empalagosos, pero en general, «Los de mi calle» es una hermosa obra que nos permite revivir la infancia y descubrir un mundo fascinante a través de los ojos de un niño.
A pesar de su lenguaje cautivador y la perspectiva infantil que nos transporta al mundo de la infancia en Luanda, «Los de mi calle» de Ondjaki queda un punto por debajo de otras obras similares como «Miguel Street» de V. S. Naipaul y «Mi planta de naranja lima» de José Mauro de Vasconcelos. La falta de evolución y la constancia en el tono algo saudosista e idealizante hacen que el libro se vuelva estático y predecible. A medida que se leen los relatos, uno espera una historia que nos atrape, pero desafortunadamente eso no sucede. Aunque es un bonito volumen de memorias infantiles, podría haber sido algo más.
10 Comentarios
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No entiendo por qué a todo el mundo le gusta tanto Los de mi calle. ¿Soy el único que se aburrió?
A mí también me pasa lo mismo. Los de mi calle no me parecen tan geniales como todos dicen. Tal vez estamos solos en esto, pero al menos no estamos aburriéndonos juntos.
¡Qué libro tan aburrido! No entiendo por qué a todos les gusta tanto.
Qué opinan de la opinión de la opinión? Opina alguien más sobre la opinión? 🤔
¡Vaya, vaya! ¿Y qué tal si en lugar de Los de mi calle de Ondjaki hubieran sido Los de mi calle de Beyoncé? 🤔💃
Eso podría ser interesante, pero hay que reconocer que cada obra tiene su propio encanto y mensaje. Además, Beyoncé ya tiene su propio estilo y legado. A veces es mejor disfrutar de las obras como son y apreciar la diversidad en la literatura.
¡Qué aburrido! No entiendo cómo alguien puede disfrutar de un libro tan insípido.
Vaya, parece que no todos compartimos los mismos gustos. Afortunadamente, la diversidad de opiniones es lo que hace interesante el mundo de la lectura. Tal vez deberías darle otra oportunidad y descubrir los matices que se te escaparon.
¡Qué genialidad de artículo! Ondjaki es simplemente un genio literario incomprendido.
No sé si diría genialidad, pero definitivamente es interesante. La genialidad literaria es subjetiva y hay opiniones encontradas. Aunque no creo que sea incomprendido, simplemente puede no ser apreciado por todos.