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La novela ‘Las doce sillas’, escrita por Ilf y Petrov en 1928, narra una alocada búsqueda de un tesoro escondido en sillas confiscadas tras la revolución rusa, protagonizada por dos personajes contrapuestos que emprenden una frenética aventura.
Esta novela cuenta con una segunda parte llamada El Becerro de Oro, que es una especie de secuela con recursos muy similares y un personaje en común. Esta segunda parte ha sido adaptada al cine en más de media docena de películas de diferentes nacionalidades que narran la historia de las famosas sillas. Los autores también escribieron otro trabajo periodístico llamado La América de una planta, donde relatan su experiencia en Estados Unidos durante tres meses.
Uno de los aspectos que más me ha decepcionado es la falta de profundidad en la descripción de la Rusia de la época. A pesar de que los protagonistas recorren diferentes regiones del país, no se nos muestra realmente cómo ha cambiado la vida de la gente con la llegada de la revolución ni se exploran las peculiaridades regionales. Además, la sátira se centra en arquetipos bastante previsibles, lo que hace que la crítica resulte superficial y no se logre transmitir la esencia de la sociedad rusa de aquel momento.
No logró arrancarme muchas sonrisas y prefiero otras obras que aborden de manera más efectiva el retrato de la sociedad y la crítica satírica, como «El maestro y Margarita» de Bulgakov.
En pocas palabras….
Más allá de sus limitaciones, una de las cosas positivas que hace que valga la pena leer «Las doce sillas» de Ilf y Petrov es su capacidad para entretener al lector a través de una sucesión alocada de episodios. A medida que los personajes principales, Matvéevich y Bender, emprenden su frenética búsqueda del tesoro, nos encontramos con situaciones divertidas y ocurrencias que mantienen el interés a lo largo de la novela. Aunque puede que no provoque carcajadas, sí logra sacar alguna sonrisa aquí y allá.
A pesar de que «Las doce sillas» es una novela bien valorada, uno de los puntos negativos que encuentro es que no logra transmitir una crítica profunda al sistema socialista incipiente de la época. Aunque la trama contiene elementos de sátira y aventuras, no se exploran lo suficiente las carencias y logros de la sociedad rusa de aquel entonces. La novela se centra más en situaciones divertidas y ocurrencias superficiales, lo que hace que la sátira resulte menos impactante y no logre arrancar muchas sonrisas al lector. En comparación con otras obras satíricas como «El maestro y Margarita» de Bulgakov, esta novela no alcanza el nivel de sarcasmo y crítica social que uno podría esperar.
14 Comentarios
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¡Qué broma! Las sillas ni siquiera eran cómodas. ¿Quién necesita doce de ellas de todos modos?
Vaya, qué comentario tan interesante. Aunque puede que las sillas no te parezcan cómodas, ¿quién dice que todos buscan lo mismo en una silla? Y en cuanto a las doce, tal vez haya personas que necesiten más de una. ¡La diversidad de gustos y necesidades es lo que hace interesante al mundo!
Vaya, ¿sólo a mí no me gustó el libro? Me pareció muy aburrido. #UnpopularOpinion
¡Qué historia tan loca! Pero no entiendo cómo pueden gustarles sillas tan aburridas.
Vaya, qué pena que no aprecies la belleza de las sillas. Aunque parezcan aburridas para ti, para otros son obras de arte funcionales. Pero bueno, cada quien tiene sus gustos. ¡A disfrutar de lo que nos hace felices!
Vaya, no puedo creer que alguien no le haya gustado Las doce sillas. ¡Es una obra maestra!
Pues yo la encontré bastante aburrida y sobrevalorada. Cada quien tiene sus gustos, supongo.
¡No entiendo tanto alboroto por unas sillas! ¿No hay temas más interesantes para debatir?
Vaya, parece que no aprecias el poder simbólico que puede tener algo tan aparentemente insignificante como unas sillas. A veces, la importancia de un debate no se mide por su magnitud, sino por el mensaje que transmite.
Me parece que estas sillas son más interesantes que cualquier trono de reyes. ¿Quién está conmigo?
¡Totalmente de acuerdo! Estas sillas son el verdadero trono del estilo y la comodidad. Los reyes pueden quedarse con sus tronos anticuados, nosotros nos quedamos con estas sillas modernas y elegantes. ¡Viva el buen gusto!
¡No entiendo todo el alboroto por unas sillas! Pero bueno, cada quien con sus gustos…
¡Me parece una locura que alguien no le haya gustado este libro! Es genial.
¡Vaya, cada quien tiene sus gustos! A mí no me pareció tan genial, la verdad. Pero bueno, para eso está la diversidad de opiniones. A seguir buscando libros que nos emocionen de verdad.